viernes, 21 de junio de 2013

Después de entregarle mi alma al mundo, decido no mirar para atrás. Evitar recordar ciertos pozos que ya salté. Tratar de no arrastrar esas piedras que una vez me hicieron tropezar y lastimarme. Intento ir barriendo todas las espinas que veo, que logro saber que están en el camino que tengo que transitar. 
Intento no pensar en esos pasos, que una vez dí mal. Intento recordar todas esas cosas que por más mínimas que fueron, lograron sacarme una sonrisa y hacerme subir las ganas de seguir. Miro para atrás, pero que veo, un camino viejo, cada vez más usado, porque no estoy sola. Sin embargo, de a poco voy abriendo los ojos y dándome cuenta que el camino que barro, es el camino que me preparo para vivir, para disfrutar todos los días que me quedan y los que no, también. Trato de dejarlo limpio, porque se, que atrás mío viene alguien más; no viene a recorrer mis pasos, viene a recorrer el camino a su manera, con sus sueños y con sus metas. 
Y aunque somos muchos, como en una maratón, todos vamos para adelante. Algunos se quedan, se tropiezan, se topan con paredes que les salen de la nada. Sin embargo, otros como yo deciden seguir adelante, sonriendo, viviendo... y con eso me doy cuenta de que no somos todos tan diferentes, lo único diferente, son nuestros sueños, todos vamos al mismo lugar, pero todos queremos algo diferente.